Competitividad: consecuencias negativas

En una entrada anterior, les hablaba de las actitudes que los padres deberían evitar para incitar a una competitividad mal sana, especialmente en la edad de Educación Infantil y Primaria. En esta entrada, explicaré las consecuencias negativas que puede tener en los niños, mantener esas actitudes.

Consecuencias negativas competitividad entre alumnado
Imagen tomada de MorgueFile.com

RECAPITULANDO

Recuerdo que las actitudes que les proponía evitar eran:

  1. Imponer una calificación mínima
  2. Exigir ser el primero de la clase
  3. Hacer comparaciones
  4. Reclamar calificaciones
  5. Enseñar más deprisa

CONSECUENCIAS NEGATIVAS

Considero que los niños de Educación Infantil y Primaria, ni están preparados, ni es el momento adecuado para gestionar la sana competitividad. Por eso, las actitudes anteriores impulsadas por una figura tan importante como el padre o la madre, pueden tener alguna de las siguientes consecuencias negativas.

1. Sensación injustificada de fracaso

Los niños quieren agradar a sus padres y consideran que lo bueno o lo malo, es lo que sus padres consideran como tal. Es lo que técnicamente se conoce como moral heterónoma.

En el caso que nos ocupa ocurre lo mismo. Si sus padres le han exigido una calificación mínima (no obtener menos de un ocho, por ejemplo) el niño vive como fracaso no responder a esas expectativas. Sacar un seis,  pasa a ser, de forma injustificada, un fracaso.

2. Sentir que han decepcionado a sus padres

Cuando esas expectativas no realistas que los padres imponen en sus hijos (obtener determinada calificación, ser el primero de la clase...) no se consiguen, los niños sienten que han decepcionado a sus padres y que no han respondido a lo que esperaban de él. No tienen capacidad para plantearse si es realista o no la exigencia de sus padres. Esto es algo especialmente doloroso para ellos.

Conozco a más de un adulto que se siente fracasado, simplemente porque no respondió a las expectativas de sus padres, porque no estudió o ejerció la profesión de sus antepasados... ¿les suena verdad?

3. Se viven situaciones traumáticas sin serlo

Otra serie de situaciones como un suspenso o repetir curso, se vive por los padres y se contagia a los hijos, como un trauma, cuando en realidad ni tiene esa finalidad, ni tendría que tener esas consecuencias.

4. Los compañeros pasan a ser rivales

En otros casos, los alumnos compañeros dejan de serlo y pasan a ser los rivales a batir y superar: hay que sacar más nota que otro. Por eso, estos niños preguntan a los otros las notas obtenidas o llevan muy mal, que los profesores valoren o elogien a otros chicos.

5. Se justifica el "juego sucio"

En casos peores, el espíritu competitivo justifica el juego sucio. Los niños son los primeros que aprenden que sus padres mienten, manipulan la situación, presionan al maestro... lo importante es ser el primero.

Por eso los niños repiten algunas actitudes como mentir, amenazar al profesor con la reclamación de su padre, etc. Es posible que detrás de algunas situaciones de acoso escolar, esté el espíritu competitivo inculcado. Al posible rival, que deja de ser el compañero de clase, hay que sacarlo de la pista.

6. Se pierde la perspectiva

En estos casos se suele perder el norte. Se olvida que el objetivo es aprender y disfrutar haciéndolo, que el aprendizaje tiene un ritmo, que cada niño tiene el suyo y que los chicos no dominan por igual todas las materias.

Se pierde también el norte de la evaluación. En Infantil y Primaria, la evaluación tiene una función orientadora, para conocer cómo resulta el proceso de Enseñanza y Aprendizaje y adoptar las medidas de mejora oportunas.

PADRES DE RIESGO

Por la experiencia de estos años, los padres o madres que más riesgo corren de incurrir en estas actitudes suelen ser personas que proyectan en sus hijos sus propia sensación de insatisfacción, baja autoestima o fracaso. Consideran que en su vida no han dado el nivel y quieren que su hijo consiga lo que ellos no fueron capaces.

En otros casos, son padres que incluyen, dentro de su status de triunfador, el hecho de que su hijo también lo sea.

A estos padres habría que recordarles que dejen en la medida de lo posible que sus hijos vivan SU VIDA, no la vida que sus padres añoran o nunca tuvieron.

¿CAMBIAMOS LAS COSAS?

Os animo a promover el gusto y disfrute por aprender, a exigir, sí a exigir, pero como superación personal, no como una carrera contra los demás; a ser colaboradores, solidarios y a aceptar a los demás y a uno mismo tal y como son.

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jesusjarque

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