Preguntas de un orientador a los pediatras

En este artículo planteo cuatro preguntas de un orientador a los pediatras que me quieran responder. Llevo bastantes años trabajando en el campo de la orientación, en las etapas de Educación Infantil y Primaria. He desarrollado mi labor en diferentes localidades incluso en varias comunidades autónomas, aunque bien es verdad, que al final mi experiencia y contacto con los servicios pediátricos, si la comparo con todo el territorio nacional, es muy reducida.
Preguntas de un orientador a los pediatras
Preguntas de un orientador a los pediatras
Mi experiencia se amplía un poco más si considero los comentarios y consultas que me hacéis a través de mis diferentes redes desde diferentes puntos de España y de Latinoamérica: Familia y Cole, Facebook, el correo electrónico; aun así es reducida. Pero a pasar de ello, quiero plantearles a algunos pediatras, estas preguntas desde hace años.  En general mi experiencia con los pediatras es buena, muy buena. Ya hablé, por ejemplo, de la experiencia positiva en un artículo que titulé a los pediatras de mi cole, y otras experiencias de colaboración como también fue pertenecer a Pediatic.

preguntas de un orientador a los pediatras

Sin embargo, en mi trabajo escolar de estos años pienso que existe una gran distancia entre los servicios sanitarios y educativos, quizás mucho desconocimiento mutuo... pero ese es un tema del que escribiré en otra ocasión. Lo que no se nos puede olvidar es que ambas partes trabajamos con la misma “materia prima”: los niños.

Lo que debería ser

En primer lugar, los orientadores educativos, somos en realidad Profesores de Secundaria de una especialidad que se llama Orientación Educativa. Como tales profesores, no estamos habilitados para realizar diagnósticos clínicos. En unos casos porque a esta especialidad pueden acceder profesionales que no tienen competencia en este campo, como los pedagogos; y en cualquier caso, como orientadores educativos ejercemos de profesores, no de clínicos. A este respecto, solo tenemos una competencia exclusivamente nuestra: la identificación de necesidades educativas especiales. Con esto quiero dejar claro que el juicio clínico, poner negro sobre blanco un diagnóstico de trastorno del espectro del autismo, de una discapacidad intelectual o de un TDAH, no le corresponde a un orientador educativo… aunque sepa hacerlo, al menos hasta que no haya nuevas directrices. El procedimiento ordinario debería ser que a los orientadores nos llegan los casos ya diagnosticados. Con esta premisa, nuestra evaluación psicopedagógica, que no clínica, debería ser identificar las necesidades educativas y orientar la respuesta educativa curricular. Puedo entender que en ciertos trastornos infantiles, como los trastornos del aprendizaje, o hasta en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, seamos los orientadores los que demos la “voz de alarma”, ya que son cuadros que se manifiestan especialmente en el contexto escolar. Aceptemos esta situación.

Lo que en muchas ocasiones ocurre

Pero lo que ocurre en más de una ocasión es justamente lo contrario. En trastornos infantiles muy graves no se da la “voz de alarma” a la familia hasta que el niño no llega a la escuela, de manera que el diagnóstico, cuando llega, llega muy tarde, perdiendo todo lo que supone la atención temprana y años de oro de estimulación. En otros casos, es la familia, la que por su cuenta comienza a moverse y a buscar. Estoy hablando de  que ha ocurrido que ha sido el colegio el que “ha encendido la luz roja a cuadros como trastornos del espectro del autismo, discapacidad intelectual o trastornos de la comunicación. Señales de alarma que comienzan demasiado tarde, a los tres, cuatro o mucho más años: 6, 8, 12, 18, y veintitantos. Diagnósticos que llegan, por insistencia del colegio o de las familias

Por eso planteo estas cuatro preguntas de un orientador a los pediatras. Lo quiero hacer sin acritud, simplemente por curiosidad y porque estoy seguro de que debe haber razones que justifiquen esas formas de actuar, cuando suceden, que desconozco.

1ª ¿Por qué algunos retrasáis la detección de los problemas infantiles?

Cuando desde el colegio hemos detectado señales de alarma, insisto: con tres, cuatro o cinco años,  y hemos preguntado a las familias si han consultado con el pediatra esas dificultades, me encuentro, en muchas ocasiones, las mismas respuestas: “todavía es pequeño”; “vamos a esperar un poco más”; “vamos a dejar que madure”; “si no habla… ¡ya hablará!”; “todos los niños terminan por igualarse”; “unos maduran antes y otros después”. “tú no te preocupes que el niño está estupendamente”. Es cierto que en algunos trastornos infantiles es complicado realizar un diagnóstico definitivo, pero no ocurre nada porque iniciéis el proceso de detección, por ejemplo, derivando a otros especialistas. A veces es suficiente con un diagnóstico provisional para empezar a trabajar. En los casos positivos me encuentro con el diagnóstico clínico, seguido de la muy sensata observación de "a valorar la evolución". ¿Cómo puede llegar un niño con un trastorno del espectro del autismo o con un trastorno grave del lenguaje al colegio sin tener un diagnóstico o al menos, sin haber comenzado el proceso diagnóstico? ¿Por qué en muchos casos, tienen que ser las familias las que se pongan manos a la obra y busquen y pregunten fuera de la consulta del pediatra?

2º. ¿Por qué algunos retrasáis la intervención?

Además del diagnóstico, observamos que en muchos casos se retrasa la intervención, con los mismos argumentos que antes: “ya madurará”. La intervención no tiene que ser farmacológica. En la mayoría de los casos no requieren fármacos. La intervención que se espera de los pediatras es que pongan a la familia a trabajar y que se comiencen a estimular a los niños. Una de las actuaciones principales que se tendrían que llevar a cabo, mucho antes de iniciar la escolaridad, es derivarlos a los centros de atención temprana, los CDIAT. Eso pueden hacerlo como una intervención preventiva. No necesitan diagnóstico, simplemente con que cuenten con algunos signos de alarma o la simple sospecha del facultativo. En los casos del espectro del autismo o de los trastornos del lenguaje, disponemos de suficientes signos de alarma mucho antes de los tres años para tomar decisiones de intervención.  ¿Por qué no se hace?

3ª. ¿Por qué algunos no atendéis las señales de alarma desde el colegio?

Una vez que los niños están escolarizados, unas veces antes, otras después, los tutores y orientadores damos la señal de alarma. En los trastornos de los que estamos hablando, no es necesario mucho tiempo para que detectemos que algo no funciona. Pero también ocurre en los casos de TDAH o de discapacidad intelectual. Unas veces se comenta con la familia, otras llegamos a emitir informes para los pediatras dando pistas y nombres de lo que está ocurriendo. En muchas ocasiones, en la mayoría, he encontrado una respuesta rápida en los pediatras; en otras, las menos, las respuestas han sido las de siempre: “ya madurará; es pequeño; vamos a esperar; verás cómo se pone  solo a la altura de los demás; en los colegios ven problemas donde no los hay.

4º. ¿Conocéis las consecuencias de estas decisiones?

A veces me he preguntado si realmente los profesionales que han tomado estas decisiones eran conscientes de las consecuencias de sus decisiones.
  1. La de retrasar el diagnóstico y la intervención tiene unas consecuencias evidentes: la diferencia entre comenzar la intervención de manera temprana o tardía, puede marcar la evolución y el pronóstico de los trastornos. Pero sobre todo, la neurociencia nos ha enseñado, cómo gracias a la plasticidad cerebral de los primeros años, el tiempo que se pierda en intervenir, es un tiempo de oro desperdiciado. Mi experiencia me lo demuestra: he visto niños con trastornos graves que se comenzó a trabajar con dos años y otros que la intervención comenzó mucho más tarde: como la noche y el día. A diferencia de otro tipo de intervenciones, como la farmacología, la estimulación precoz, no tiene efectos secundarios. Si un niño no habla con tres años, es preferible no arriesgarse y estimular su lenguaje, a esperar pacientemente a que hable; porque esa estimulación, no le va a reportar ningún perjuicio.
  2. Pero otra de las consecuencias que suelen tener decisiones como aplazar, esperar a que madure o negar la evidencia, suele ser que nos deja a los profesionales de la escuela, maestros y orientadores, en auténtico “fuera de juego”, por no utilizar otra expresión. No es agradable tener que decir a una familia que su hijo puede tener un trastorno. Pero si pasado el “mal trago”, reciben de los pediatras las respuestas anteriores, eso nos suele descalificar, se pierde la confianza y lo que es peor: la causa de los problemas se comienza a centrar en la mala praxis de los profesionales de la escuela, o “a mi hijo es que le tienen manía” o “lo que quieren en el colegio es quitárselo de en medio”. No estoy diciendo que nos den la razón para no dejarnos en mal lugar. Si estamos equivocados, pues lo estamos. Pero hay que explicar muy bien y al menos, con el mismo peso de los argumentos que utilizamos, por qué no se está de acuerdo. Además no hay que olvidar que esto hay una jerarquía en el inconsciente de las familias; como suelo decir, “en caso de empate entre la opinión del pediatra y la del orientador… la opinión del pediatra vale doble”.
  3. En el campo educativo, muchas medidas no se pueden adoptar sin un diagnóstico clínico. La emisión de un Dictamen de Escolarización, la dotación de recursos extraordinarios, la adaptación del curriculum... en definitiva, todos las implicaciones que tienen ser un alumno con necesidades educativas especiales, no se pueden dar, si no hay un diagnóstico clínico previo.

No es algo generalizado

Insisto en que, afortunadamente no son situaciones generalizadas. A lo mejor pienso que han sido “desventuras” que solo yo he vivido (y algunos de los que me escribís) en estos años de trabajo como orientador. Que probablemente eso solo me haya pasado a mí, por mala suerte, pero que ningún otro orientador u orientadora ha experimentado, ni tampoco ninguna familia. Si es así, simplemente ha sido mala suerte y las preguntas se dan por contestadas. Para terminar quiero reiterar la buena experiencia que en los últimos años tengo de los pediatras del Centro de Salud de mi colegio y que ya manifesté en el artículo: “A los pediatras de mi cole”, con los cuales no vivo estas desagradables experiencias, al contrario. La invitación está hecha ¿algún pediatra me responde las preguntas? Gracias de antemano.

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jesusjarque

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21 comentarios en “Preguntas de un orientador a los pediatras

  • Primero decir que esta página la recomiendo y mucho a las familias, me resulta útil en mi trabajo sus folletos para familias, materiales, libros…

    Como orientador educativo, si es muy importante que identifique las necesidades educativas de un niño que plantee cualquier problema en el aprendizaje, que oriente a su tutor como se va a educar a ese niño.
    Pero la realidad es que lo que se le exige a ese niño es lo mismo (copiar todos los textos, hacer todos los ejercicios mas los que no ha podido hacer en clase…). El niño no llega, su autoestima disminuye y la familia se agobia y sufre.

    Retrasar la detección de problemas?. Niños con desarrollo psicomotor normal inician la escolarización (algunos antes de los 3 años, demasiado pronto, pensamiento muy generalizado entre los pediatras) y aparecen los problemas: se mueve en exceso, no presta atención, no pinta de amarillo el sol…

    Retrasar la intervención? Caso real: Niño inmigrante, madre trabaja 10-12 horas al día, lo cuidan sus hermanos. Entre los 6-8 años se solicito desde el colegio intervención (terrorífico informe sobre el niño de su tutora), valorado por neurologo, psiquiatra..no encontrando patología. El colegio decide que lo mejor es un centro de educación especial, la madre solicita cambio de colegio a inspección. Actualmente el niño aprende sin problemas y le gusta ir a clase, hace los deberes solo todos los días y su nuevo colegio ha decidido que no es necesario que vaya a un centro de educación especial.

    Retrasar el diagnóstico? El diagnóstico se puede atrasar toda la vida ya que hay problemas de aprendizaje de los que nunca conoceremos su etiología y entonces que hacemos, nada?
    Si un niño tiene dificultad en la lectura, en el lenguaje, problemas de atención le tendré que ayudar aunque no tenga un diagnóstico, «una etiqueta».

    Tengo casi un 10% de niños en tratamiento por TDHA y un 0% de dislexias???

    Hace unos años un niño que tenía problemas de aprendizaje era su tutor y su colegio el que se ponía manos a la obra y le ayudaba, ahora se envian al pediatra para iniciar el periplo de consultas por el optometrista, el neurólogo, el psiquiatra hasta tener un diagnóstico y mientras que hacemos… nada ah! y cuando ya tengo el diagnóstico… bueno el niño es así.

    La educación es responsabilidad de todos, el aprendizaje de los profesores, pero de unos y de otros, de los buenos y los malos, de los que aprenden sin más y de los que aprenden menos.

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    • Estimada Carmen, gracias por su comentario y por ofrecernos el punto de vista de una pediatra (deduzco que lo es). Lo que deduzco también de su comentario es que tiene la experiencia de que en la escuela hay casos en los se hace problema donde no lo hay, simplemente porque las exigencias escolares superan la respuesta normal a determinadas edades o a circunstancias del contexto familiar, como el caso del niño inmigrante que cuenta; que tiene la experiencia de que hay pasividad en la respuesta escolar: «hasta que no haya diagnóstico clínico no se actúa»; y que cuando el diagnóstico llega, es la excusa perfecta para hacer poco o nada. Creo deducir que tiene esas malas experiencias de la escuela, aunque deduzco que no todas serán así ¿Deduzco bien? No me sorprende que eso ocurra, yo lo he vivido como orientador, aunque mi experiencia desde el lado de la escuela, mayoritaria, no es esa, lo mismo que mi experiencia mayoritaria de los pediatras la comento en el artículo. Si analiza mi página, está dedicada en gran medida a evitar esas malas prácticas en la escuela.
      Pero si me lo permite, lo que no llego a deducir de su comentario es la respuesta a las preguntas que planteo a los pediatras sobre la algunas actuaciones… desde el campo sanitario, no del escolar. Su comentario me parece del tipo «y tú más». ¡Claro que desgraciadamente se hacen cosas mal desde la escuela! Pero ese no es el tema de este artículo. El artículo no es un debate «profes-pediatras». Espero una explicación (me ha aportado algunas explicaciones) y en algún caso, un poco de autocrítica (quien tenga que hacerla, a lo mejor usted no lo requiere)
      En cualquier caso, Carmen, le agradezco haber compartido su reflexión, su punto de vista y experiencia… y espero que continúe recomendando la página y los materiales que vea adecuados en su labor… y que siga participando con sus comentarios.

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  • Hola Jesus:
    Soy mécido de urencias, no pediatra. Pero he atendido a muchos niños en mi vida profesional y algunos de ellos con transtornos psiquicos y con necesidades educativas especiales. Tengo algunos muy cercanos con TDAH.
    Quiero comentarte que creo que tus preguntas no deberian ir dirigidas a los pediatras, que atienden a sus pequeños pacientes 5 minutos 4 veces al año. Imáginate que un pediatra puede tener 1500, 2000 ó 3000 tarjetas, es decir, una media de 2000 pacientes a su cargo. Los profesores y/o orientadores estan con los crios 5 ó 6 horas diarias y con frecuencia no saben orientar la educacion de un niño con necesidades educativas especiales.
    Estas preguntas son para las autoridades sanitarias, para que pongan mas millones de euros encima de la mesa y por ejemplo, a todos los niños que inician la etap0a infantil, con 3 años, los sometan a un estudio psicologico, por un psicologo infantil, ya que los pediatras son médicos, no psicologos y ademas para valorar el comportamiento de un individuo se necesita algo mas de 3-5 minutos que dura la consulta de un pediatra con su pequeño paciente. Ya es enormemente difícil valora en ese tiempo si tiene enfermedades físicas, como para también evaluar su mente. Los médicos dictamos sentencias (diagnósticos) y condenas (tratamientos), cual jueces, en cuestion de segundos o minutos y nos equivocamos igual o menos que otros profesionales (por ejemplo profesores, jueces, arquitectos), cuando estos profesionales pueden estudiar el problema a veces indefinidamente.
    Además el diagnostico de un niño con autismo puede ser relativamente fácil, pero de un niño con TDAH con 3 años, el mejor psicologo clínico infantil tendrá serias dificultades para asegurar y firmar un informe etiquetando a un niño de 3 años con las letras TDAH.
    No obstante lo que tu planteas (diagnostico precoz) solo se podría conseguir, como comenté antes si los niños de 3 años son valorados pro psicologos infantiles de manera estandarizada.
    Gracias y saludos.

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    • Estimado Antonio, gracias por tu aporte. Das una información que se nos olvida a los que no estamos en el sistema sanitario: la masificación y la falta de tiempo. Lo único que me pregunto es que en mi región existe algo así como «la guía del niño sano», un chequeo que los pediatras deben hacer en las revisiones por edades, que incluye aspectos relativos a necesidades especiales. A veces no se trata de dar el diagnóstico, sino de derivar a los especialistas u otros profesionales si hay signos de alarma.
      En todo caso, sí me aportas esa idea: masificación/tiempo de atención. Y efectivamente es imposible en 3 minutos hacer algo bien.

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  • Hola Jesús:
    Mi nombre es Lucía Galán, soy Pediatra y me han gustado mucho tus reflexiones. Me gustaría aportar las mías, desde mi punto de vista y desde el ejercicio de mi profesión en la que veo a diario muchos niños. Te cuento lo que yo suelo hacer, como en todas las profesiones, cada uno viene de una escuela y como se suele decir «cada maestrillo tiene su librillo». No generalizaré ni hablaré por otros aunque me consta que lo que yo opino, lo opinamos muchos pediatras. Verás, a lo largo del desarrollo de un niño este pasa por muchas fases. Lar horquillas que utilizamos para cumplir los hitos del desarrollo son MUY amplias. La experiencia me ha dicho que en mi profesión uno debe ser flexible y no precipitarse. A los pediatras no nos gustan las etiquetas. Y menos ponerlas a niños pequeños por debajo de los 2-3 años. Hablamos de trastornos muy serios como son los trastornos del espectro autista que no se pueden soltar en una consulta a la primera de cambio o porque en una única visita hayas visto que el niño no te mira como corresponde o no juega de la forma adecuada. Tengo infinidad de niños a los que seguía de cerca por tener «la mosca detrás de la oreja» ante determinados comportamientos, y al ir creciendo se disiparon todas las dudas. No hay que alarmar a los padres, no hay precipitarse. hay que vigilar estrechamente, preguntar, observar, ver al niño no sólo cuando te lo traen con fiebre que no colaboran demasiado, sino cuando están en perfecto estado; hay que dar citas para charlar de esto o de lo otro y hasta que uno no tiene una alta sospecha de un trastorno, no debemos que activar el proceso de interconsulta por aquí y por allá. Generalmente todo esto lo ves antes de los 2 años. A esa edad ya eres capaz de discernir de aquellos que puedan beneficiarse de ayuda de los que de momento no es preciso. Hablo de trastornos del espectro autista. Por supuesto que derivo a muchos niños para una primera valoración pero siempre tras haberle visto MUCHAS veces y tras haber hablado con los padres con total libertad.
    También hay ocasiones que los niños te llegan a la consulta con cierta edad y nada más verle tienes claro que es momento de actuar y coeminzas a plantearlo; otras ocasiones son los padres lo que no están por la labor de empezar el proceso y son ellos los que prefieren esperar… hay muchos cosas y cada uno de ellos es independiente y tiene sus propias particularidades.
    Yo personalmente presto especial atención en la revisión de los 18 meses y 2 años. De esas revisiones uno puede sacar muchas conclusiones en claro y a partir de ahí empezar a moverse.
    Un saludo.

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  • Gloria Colli Lista dijo:

    Hola Jesús:
    Soy pediatra y conozco perfectamente tu trabajo porque tengo una cuñada orientadora y hablamos muchas veces sobre el tema.
    Y esta semana estoy especialmente «sensible» ya que me han llegado dos casos sospechosos (uno de TEA, otro de TDAH) para valoración.
    En ambos casos los padres me venían relatando los síntomas que le notaba, como si estuvieran recitando de memoria las listas de síntomas de alerta que se publican en internet. Los tuve que parar a mitad de camino y le pregunté directamente: ¿En que estais pensando exactamente?. No me gustan los eufemismos del tipo…se escuchan tantas cosas….
    Cuando le pusieron nombre les pregunté : ¿Y que os han dicho en la escuela?. No porque pretenda que vengan diagnosticados del colegio, sino porque son los maestros y vosotros, los orientadores, los que ven los primeros síntomas, y porque sois mas objetivos a la hora de valorarlos. (Si los padres han consultado ya en internet, sus respuestas muchas veces están sesgadas).
    Y probablemente después de la valoración clínica les diga lo de “todavía es pequeño”; “vamos a esperar un poco más”; “vamos a dejar que madure”; “si no habla… ¡ya hablará!”; “todos los niños terminan por igualarse”; “unos maduran antes y otros después”. “tú no te preocupes que el niño está estupendamente”. En una primera visita no me parece justo añadir mas leña al fuego.
    Pero a continuación los mando a estimulación temprana. Siempre les digo lo mismo: mientras vemos que pasa, vamos haciendo algo: la estimulación temprana no le viene mal a ningún niño, y lo peor que puede pasar es que «se nos pase de listo».
    Lo que también creo es que todo sería mucho mas fácil si la comunicación fuera mas fluida entre el pediatra y la escuela. Nos a horraríamos muchos malentendidos y al final el niño y la familia saldrían ganando.
    Un saludo, Gloria

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  • Hola Jesús.
    Soy madre de un niño diagnosticado con TDA. debo ser un especie rara de la naturaleza pero cuando mi hijo iba a infantil yo ya me di cuenta de que algo iba más lento de lo normal, puse la voz de alarma en el colegio pero nadie me hizo caso la frase maravillosa «ya madurará» » no te preocupes sin leer no se va a quedar».
    Comencé en peregrinaje por gabinetes psicológicos de los cuales ninguno me convencía quizás por que buscaba soluciones rápidas. los dos primeros años de primaria fueron un calvario, intentábamos trabajar en casa las carencias del colegio convertimos la familia en momentos tenebrosos de llantos y lloros de odio hacía cualquier material que mi hijo identificara con el colegio libros, cuadernos,pinturas…. era tal el esfuerzo que a el le suponía y tan alto el grado de frustración que generó un odio hacia cualquier acto curricular.
    Por fin en tercero de primaria conseguí que fuera atendido por el orientador del centro. el cuál llegó a la conclusión que no tenia nada. mi hijo aprobaba los exámenes pero lo que nadie entendía que era a consecuencia de 3-4y 5 horas de estudio y trabajo diario en casa(hablamos de un niño de 9 años) yo creí que era excesivo.
    Para aquel entonces cambiamos de pediatra ·»suerte» ella estaba sensibilizada con este tema incluso había escrito un libro tenía un hijo con TDAH. hicimos los Test correspondientes. y ahí estaba de una forma muy sutil ,pero era un niño con posible TDA (sin hiperactividad) buscamos un profesional para empezar a trabajar nos marcó pautas lo puse en conocimiento del colegio solicité adaptaciones curriculares no significativas. pero como el estudio no estaba hecho en el centro fue como hablar con una pared.
    En 6º cambió la jefatura de estudios, y un día nos llamaron, la asistenta social quería hablar con nosotros.me sacó encima de la mesa el estudio del orientador ya jubilado y pretendía que lo pusiéramos en marcha «perdone» mi hijo ahora tiene 12 años y este estudio está confeccionado para un niño de 9 años, yo no entendía nada incluso nos insinuó que lo habíamos hecho mal me levanté de aquella silla antes de que me diera un ataque de cólera y me dieran unas ganas tremendas de cogerla del cuello. «Seguramente haría cosas mal pero por lo menos hice algo»
    hoy en día mi hijo está en 2º de la ESO en el colegio donde trabaja el profesional que nos sacó de aquel atolladero con adaptaciones curriculares no significativas que tanto reclamé y nunca le quisieron poner.
    Después de explicar todo esto lo que quiero decir es que cuando una madre ve algo que no funciona por favor escuchen. Psicólogos, Orientadores, Jefes de estudies…. Escuchen por favor mi hijo perdió años maravillosos de trabajo en los que si se hubieran puesto las medidas oportunas nos hubieran ahorrado horas de llanto y dolor del alma

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    • Estimada Mamen, muchas gracias por compartir la experiencia. Efectivamente cuando los padres dan la voz de alarma de que algo no funciona, mi experiencia es que, algo no funciona.
      El problema de este artículo es justo lo contrario: cuando desde el colegio damos la voz de alarma, los padres no están muy conformes y desde pediatría tampoco… y hay un problema, los padres terminan creyendo mucho más al pediatra que al colegio.
      Seguro que al contrario también ocurre, pero precisamente este artículo trata de ese caso. Gracias por tu participación.

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  • Hola Jesus, muchas gracias por tu pagina es de gran ayuda. Me encuentro un poco como Mamen.Mi hijo ahora tiene 4 años y como muy bien decias fue valorado en infantil por su tutora que me puso ya en alarma.Fuy a su pediatra con esta información pese a que en el control de los 18 meses del programa el niño sano daba ciertos tic coincidentes con autismo su caracter se desarrollo extremadamente extrovertido por lo quedo en nada. Tras dar la alarma a su pediatra me aconsejo dejar pasar el curso escolar 2 años,para observarlo aunque ya llevaramos la tutora y yo observando al niño todo el curso anterior, y con toda la información en la mano en una especie de diario con sus comportamientos y necesidades y para nada. Durante este curso su tutora convencidisima al igual que yo por toda la información que estaba recogiendo comentabamos frecuentemente su dia a dia y acudi a su pediatra 4 veces durante el mismo hasta que me acepcto la llamada de atención y me pidio escribirle tres dias con mi hijo y el resultado es que porfin conseguimos ser derivados a atención temprana ya con tres años durante el verano comenzamos y se paso todo el curso de 1 de infantil para tener tanto un iforme de la orientadora escolar como de atención temprana.La orientadora se limito a descargar un tes y hacerme varias preguntas y lo mismo con el niño que al perecer respondio bastante bien por lo que lo tiene en observación pero no lo trabaja ni hace seguimiento activo. En atención temprana el informe arrojo algunas necesidades de mejora en el habla.Algun retraso motor leve y un deficit de atención moderado con hiperactividad , hay casos peores pero esto afecta academicamente si o si. Durante su incorporación a los tres años al colegio encima hemos tenido la malisima suerte de tener una profesora problematica que ha sido cesada como tutora y que aunque aplicaba muchisima materia a los niños todo ello estaba muy desetructurado con lo cual fue infernal el curso . Este año creo que tenemos la mejor profesora del mundo , esta ayudando muchisimo a mi hijo el cual esta más motivado que nunca ha dejado de odiar todo lo relacionado con el cole y ahora esta deseando que llegue el lunes para volver , academicamente me tiene asombrada el gran esfuerzo que hace diariamente y lo que el solo se refierza en casa . En fin es un trauma para los padres tener estos problemas y que tengamos que comprender los problemas de pediatras , centro escolares , profesionales despistados y orientadores … mejor no digo nada. Me alegra ver que hay personas como usted y la profesora de mi hijo que esta trabajando y potenciando las cualidades de cada niño .

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    • Gracias Pepa; todos los que trabajamos con niños tenemos una gran responsabilidad. Y una de ella es que tenemos que dedicar tiempo fuera del puesto exclusivo de trabajo, tenemos que estudiar, estudiar mucho todas las semanas, leer, sospechar de nosotros mismos… si no estamos dispuestos a ello, es mejor que nos ganemos la vida de otra manera, así de claro

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  • Estimado Jesús. El problema que planteas es complejo, como tú sabes.

    El analisis de la conducta de un niño no es fácil y menos aún dentro del medio sanitario donde se va en principio a tratar enfermedades, recibir vacunas, etc.

    No es fácil para el pediatra distinguir , en muchos casos,si estamos ante un verdadero problema o un simple retraso de maduración. Por poner un ejemplo no existe ningún instrumento diagnóstico válido para diagnosticar TDAH antes de los seis años.

    Ante el miedo a etiquetar a veces posponemos las decisiones. Debemos perder y hacer perder a la familia el miedo a recurrir a los equipos de apoyo o de salud mental. A consultar en caso de duda.

    No tenemos tiempo, y a veces tampoco formación, para hacer psicoeducación e intervenir en la dinámica familiar para solucionar los problemas que derivan de esta, que son la mayoría.

    Debemos tener más confianza en otros profesionales que atienden al niño y apoyar más su labor.
    La comunicación familia-colegio-pediatra debería ser lo habitual y no lo excepcional.

    Y podiamos seguir…
    Un abrazo y enhorabuena por tu excelente labor.

    Responder
    • Estimado Enrique, muchas gracias por tu comentario y tu aportación como pediatra. Es cierto, el problema es complejo y las situaciones que comentas se dan. También en los coles no da miedo precipitarnos en las decisiones…

      Afortunadamente es una suerte tenerte entre los pediatras que atienden a los alumnos del colegio en el que trabajo y la relación familia-colegio-pediatras es fluida.

      Responder
  • Solo quería apuntar una pequeña errata en el segundo párrafo a partir de «lo que en muchas ocasiones ocurre». Pones «señales de alarman». Puedes borrar el comentario si lo ves oportuno.

    Un saludo 🙂

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  • Estimado compañero. Agradezco este artículo y especialmente el «Lo que debería ser «. En estos últimos dias me está ocurriendo lo siguiente: Desde el Centro Base, donde por diferentes cauces han sido derivados algunos niños y niñas, se me piden «Las puntuaciones cualitativas de las pruebas psicométricas aplicadas» y esta petición se lleva a cabo a traves de un documento que se les facilita a las familias y estas me lo entregan en mano. Lo mismo ocurre con Salud Mental I.J.
    Cuando les informo a las familias el «lo que debería ser» me responden que mientras no envíe ese informe no valoran al niño/a y Salud Mental I.J en las «pequeñas cuartillas» me dice que si el alumo/a es acnee o acneae debo de haberlo evaluado y por lo tanto he de aportarles los resultados de las pruebas. ¿Qué cauce crees debe utilizarse para aclarar esta situación ? ¿No se debería hacer la petición a través los Servicios periféricos y no entre trabajadores de diferentes administraciones ? Agradecería tu consejo. (puedes contestarme en privado si lo estimas oportuno ) Un cordial saludo. Paloma GL

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  • Hola Jesús, es muy interesante esta reflexión que haces. Tanto profesores, educadores y pediatras trabajamos con niños y nuestra máxima debe ser su correcta educación y madurez. Creo imprescindible una conexión mas estrecha entre pediatras y educadores en las escuelas que puedan identificar ciertos trastornos infantiles y comenzar con una ejercicios que lo estimulen. Esa «edad de oro» donde los niños lo aprenden todo puede ser clave para un buen desarrollo. ¿No sería interesante que educadores y pediatras trabaran mano a mano en este tipo de casos? Y no solo me refiere cuando se detecta un caso concreto, sino desde el inicio de la formación de pediatras y educadores ¿No debería existir una puesta común en estos casos?

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  • Siento discrepar con tus apreciaciones, siento,; y no sabes cuanto; saber que en la escuela pública (al menos en la mía) no se respeta en absoluto los diferentes ritmos de aprendizaje. Te cuento mi caso y con esto solo espero que alguien tome algo de conciencia, o compasión….ya no sé como decirlo.
    Tengo un hijo mellizo de 5 años en tercero de infantil, nació a las 37 semanas con CIR, 15 días en incubadora y todo evolucionó favorablemente. Ha ido un poco más tarde en los hitos psicomotrices, lo que nos llevó a consultas con neuropediatría, nos dieron el alta por considerar que no había motivo.
    En segundo de infantil, sin nuestro consentimiento, le hace valoración el equipo de orientación del colegio y nos adelantan, por la extrema urgencia, un informe provisional para Atención temprana, después de meses llega la valoración de AT y lo «rechazan» por considerar que no la necesita y que el informe del colegio no corresponde con la realidad del niño. Semanas después llega el diagnostico, ese que no pueden dar los orientadores, de retraso global del desarrollo ( con 4 años no pueden dar otro) y una capacidad cognitiva de 59 ( pero de palabra nos dice que nuestro hijo tiene una buena capacidad, que estemos tranquilos, pero como el test ha salido así…) Mientras tanto hemos realizo otras consultas y más evaluaciones y vuelto a consultas con neuropediatría , le han hecho sin fin de pruebas por nuestra insistencia, sin encontrar NADA.
    L a orientadora del colegio lleva meses persiguiéndonos e insistiendo en que pidamos las ayudas económicas del estado para estos casos, es lo único para lo que nos llama y nos envía correos con el formato para cumplimentar, ni siquiera nos pegunta por el niño.
    Crees que podemos confiar en las valoraciones de esa profesional? Es una pregunta retórica, no espero que la contestes , pero sí que parte de vuestro colectivo profesional reflexione y tome conciencia de las implicaciones que vuestras evaluaciones suponen.
    En resumen lo que me encantaría es una escuela pública de mayor calidad, en la que no fuera necesario etiquetas y que los niños pudieran aprender sintiéndose ellos mismos. con sus carencias y sus fortalezas… y siento decir que en mi experiencia, salvo excepciones, no contribuís a ello.

    Responder
    • ¡Hola Ana! Muchas gracias por tu comentario y por compartir tu experiencia personal. En lo que describes hay varias situaciones de mala praxis por parte de los orientadores con los que has tenido contacto, empezando, por ejemplo, por valorar al niño sin vuestra autorización.
      Yo estoy de acuerdo contigo en muchas cosas: la primera es que nuestra labor (la de los orientadores) es importante y delicada: tenemos que hacerla con calidad, delicadeza y profesionalidad. Y es cierto que no siempre es así. Yo me dedico a dar formación y veo esas carencias. Y me llegan niños de otros colegios donde no se ha hecho el trabajo adecuado.
      Sobre las etiquetas también es cierto: pero desgraciadamente, en la escuela pública, la administración no las exige si queremos que los niños tengan determinados recursos para que la atención sea de calidad y como necesitan. Sería estupendo que solo se hablara de las necesidades que debemos de atender… pero para la Administración no es suficiente. En todo caso, el uso de etiquetas diagnósticas, al menos en mi caso, es algo menor, algo circunstancial al hecho de realizar un trámite burocrático y administrativo para solicitar recursos, justificar determinadas medidas: después, en el día al día del colegio, lo que hacemos (o tratamos de hacer) es atender efectivamente a esas dificultades y necesidades que cada niño tiene.
      En todo caso, como profesionales, comentarios como el tuyo nos ayudan a mejorar. ¡Gracias!

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