En una entrada anterior, describí el caso de Sebas: un niño de 7 años con algunos problemas de conducta en el aula. Las medidas que se adoptaron resultaron no ser eficaces: el tutor anotaría al final de la mañana si se había portado bien o mal y la familia adoptaría medidas en casa. Los padres y el tutor acudieron al orientador cuando “falsificó” la agenda en una ocasión.
En la entrada se describieron los errores de esas medidas. En esta, os explico las medidas alternativas que se propusieron.
OBJETIVOS
El programa de modificación de conducta “alternativo” que se propuso pretendía los siguientes objetivos:
- Que Sebas tuviera un mayor control de la evaluación de su propia conducta: supiera de manera más eficaz y por sí mismo, si se estaba portando bien o mal.
- Que el comportamiento fuera valorado en diferentes grados. Hasta ahora era bien o mal; ahora se pretendía encontrar diferentes grados.
- Que el comportamiento adecuado fuera reforzado a lo largo de la mañana y por tanto, que el posible refuerzo no tuviera que demorarse al final de la misma.
PROGRAMA DE INTERVENCIÓN
En realidad se diseñó un
programa de reforzamiento de intervalo variable. Las claves del programa fueron las siguientes:
Al tutor se le explicó que debería
determinar mejor las conductas adecuadas que se iban a reforzar. Se determinó que eran el hecho de trabajar en el cuaderno; permanecer más o menos sentado en las explicaciones, no molestar a sus compañeros en el tiempo de explicación o de trabajo.
El uso de los reforzadores
El comportamiento se iba a valorar sobre todo
en las tres primeras horas de clase, hasta el recreo, ya que el resto de sesiones de la mañana, eran más distendidas y el comportamiento era menos exigente.
Al tutor se le entregaron unos billetes de papel de “un punto”. Se le explicó que a lo largo de una sesión de clase,
podría entregar al alumno uno, dos o tres billetes. Pero no tenía que entregarlos los tres a la vez, sino
de forma variable a lo largo de la hora. Por ejemplo, al poco tiempo de empezar, si Sebas estaba mostrando las conductas señaladas, le entregaba un billete; el segundo se lo podía mostrar pasado más tiempo… El tutor sabía que disponía de tres billetes por sesión de clase.
Se le pidió que se lo explicara a Sebas y que le indicara
claramente qué comportamientos conllevaban el refuerzo del billete.
Al final de la mañana el tutor anotaría los billetes que había conseguido el niño: “siete puntos”.
Los padres ya sabían que el máximo eran nueve puntos. Por tanto, no era lo mismo obtener 0 puntos, que 4 puntos o 7 puntos.
Muy importante: el programa solo se llevaba a cabo con un niño. Pretender aplicar este tipo de programas a más de un niño suele ser inviable: el tutor tendría que dedicarse solo a esto y abandonar la enseñanza en el aula. ¡Cuidado con las adaptaciones que hacemos a estas recomendaciones!
RESULTADOS
El comportamiento de Sebas
mejoró espectacularmente las dos primeras semanas. Se le advirtió al tutor que la mejora podría tener efecto rebote y así sucedió: a partir de la tercera semana obtenía menos puntos, pero el comportamiento seguía siendo mejor que al principio y pudo concluirse que hubo mejoras en el manejo de la conducta de Sebas.
Se produjo un segundo efecto: el niño comprobó que
se le prestaba mucha más atención cuando se portaba bien que cuando no lo hacía, con lo cual, la conducta adecuada era reforzada por el billete y por la atención.
Curiosamente, el profesor, ante el éxito de la medida,
decidió extenderla a otros alumnos con un comportamiento similar.
Es posible que tengáis en clase casos similares ¿por qué no lo intentáis?
www.jesusjarque.com
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3 comentarios en “El caso de Sebas”
Me hijo tiene un comportamiento muy similar asi que voy a utilizar este sistema para ver si cambia su conducta.
Gracias
Muy buena recomendación