En la entrada del día 19 de diciembre de 2010, les explicaba en qué consistían las rabietas o berrinches. En las próximas entradas voy a tratar de explicarles cómo afrontarlas.

La rabieta puede aparecer normalmente por tres motivos. En función de cada uno de ellos tendrán que adoptar medidas diferentes. El primer motivo suele ser que el berrinche se convierte en la única forma que el niño tiene para que se le preste atención. Por ejemplo, sería el caso del niño o niña que realiza demandas razonables a sus padres de manera adecuada, pero que estos no le prestan atención o no se las toman en serio. En este caso, solo cuando la rabieta explota el niño es atendido. Imaginen que una familia va de viaje en un coche y llevan bastante tiempo sin hacer ninguna parada. El niño puede estar cansado y aburrido y pedir una pausa de manera adecuada, sin gritar y de buenas formas, pero no es tenido en cuenta. Poco a poco su tono de voz será más insistente. Finalmente hasta que no aparece un berrinche los padres no consideran la petición de su hijo. De esta forma, los padres no solo no refuerzan el pedir las cosas de manera adecuada, sino que al contrario, “premian” la rabieta. Si los berrinches y rabietas de su hijo están relacionadas con este caso, la forma de tratarlos es la siguiente: - No dé lugar a que tenga que reaccionar con una rabieta para ser atendido. - Préstele atención especialmente cuando su hijo le hable de forma adecuada y tenga en cuenta sus demandas. - Elógielo además, cuando pida las cosas de forma correcta y hágaselo saber: “muy bien hijo, me gusta que me digas las cosas así, sin enfadarte”. - En la pareja, den ejemplo de cómo expresar las demandas y de cómo son atendidos cuando las peticiones se hacen de forma adecuada. En próximas entradas, les explicaré cómo afrontar las rabietas y berrinches cuando están asociadas a una forma de expresar la frustración y cuando son una forma de salirse con la suya cambiando las decisiones de sus padres.