La variable aula tal y como voy a explicar en este artículo, es un aspecto clave del proceso de enseñanza y aprendizaje en el contexto escolar. Ignorar esa variable a la hora de ofrecer pautas, recomendaciones para el aula, legislar o diseñar investigación educativa es un error recurrente.
En este artículo explico en qué consiste y por qué es clave tenerla en cuenta.
La variable aula, la gran olvidada
Casi todos los años sucede lo mismo: por parte de profesionales externos, recibimos una serie de pautas y estrategias que debemos adoptar con alumnos con dificultades o necesidades especiales. A los pocos minutos de comenzar a escuchar las directrices, las tutoras y yo nos miramos a la cara pensando lo mismo:
-Lo que nos están diciendo solo es posible si trabajáramos con un solo alumno, pero en el aula, con otros 20 o 25 niños eso que nos están recomendando es sencillamente inviable.
Técnicamente podríamos decir que no están teniendo en cuenta la variable aula.
Creo que todos los docentes que trabajáis en centros educativos desde Educación Infantil a Secundaria, en España, en Latinoamérica, hemos tenido alguna vez esa sensación: que las pautas, recomendaciones, estrategias o actividades que leíamos en un manual, escuchábamos en una conferencia, nos dirigía un experto o había dejado escrito en un informe un orientador no se podían aplicar en un aula con muchos alumnos o a lo sumo, se podían realizar con uno o varios de ellos desatendiendo al resto.
Hay pautas y recomendaciones que en un aula, con 20 o 25 alumnos son simplemente inviables.
Yo mismo como orientador tengo la tentación (en la que reconozco caer) de ignorar la variable aula. Por ejemplo, puedo evaluar el rendimiento atencional de un niño o una niña aplicándole un test en mi despacho: el niño acude motivado, no hay distracciones, no empiezo el test hasta que me aseguro que ha comprendido las instrucciones y ha realizado uno o varios ensayos y realiza la prueba… durante 2 minutos.
Esa valoración es artificial. Puede que el rendimiento sea adecuado, pero la realidad es que donde tiene que poner a prueba su control atencional es en su clase, con sus veintitrés compañeros, en un espacio lleno de estímulos y no solo durante 2 minutos, sino durante toda la jornada escolar, durante todo el curso.
La investigación educativa
A veces dudo si la investigación educativa tiene en cuenta la variable aula tal y como la voy a presentar a continuación, o si por el contrario, las investigaciones se realizan en contextos artificiales.
Algunos elementos de la variable aula
La variable aula la defino como todos esos elementos, circunstancias e incidencias que suceden en un aula y que condicionan e inciden significativamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
¿Y cuáles son esos elementos? Pues sin ánimo de ser exhaustivo, los componentes más frecuentes y significativos de la variable aula son los siguientes:
1º. Los alumnos no están solos.
Sin duda alguna, el elemento más importante de la variable aula es que los alumnos no están solos, en un aula no se trabaja individualmente, la mayor parte del tiempo el trabajo es en grupo.
Lo más habitual es que las clases tengan 20 o más alumnos, llegando en algunos casos a 30 o más.
El formato aula es una estructura diseñada para atender a un promedio. En un aula, siempre es muy limitado atender a los extremos tanto superiores como inferiores.
Trabajar en un aula no tiene nada que ver con trabajar con un solo alumno.
Por tanto, muchas leyes educativas, investigaciones, consejos… pasan por alto esta evidencia. Piensan que trabajamos de uno en uno.
Trabajar con 25 alumnos de 3 años, de 8 años o de 14 años, no es lo mismo que trabajar de uno en uno: creo que no hacen falta más explicaciones.
2º. Variedad de alumnado.
En todas las sesiones de evaluación y por boca de todas las tutoras y tutores, suelo escuchar la misma constatación: “tengo una clase muy heterogénea”. Puedo afirmar (casi apostar) que no existe ni una sola aula de Educación Infantil o Inicial, de Primaria ni de Secundaria que sea homogénea.
En todas las aulas hay un grupo promedio mayoritario que aprende a un ritmo adecuado, pero con la intervención directa del profesor. Hay un grupo reducido de alumnos que prácticamente aprende solo y que tenemos la sensación de que podríamos darle más… pero que no llegamos. Y tenemos otro grupo pequeño de alumnos con muchas dificultades e incluso con necesidades especiales, que necesitan la ayuda directa continua del maestro o de la maestra.
Esa misma heterogeneidad afecta también a los contextos familiares de origen del propio alumnado.
3º. Son niños pequeños y chicos mayores.
Recuerdo una ocasión en la que me llegó una recomendación para trabajar con un alumno que se basaba en ofrecerle una serie de recompensas cuando su conducta era adecuada. Esa pauta se olvidaba de la variable aula y de que en esa clase había niños pequeños, de 4 años, que también ellos querían la recompensa y no entendían, porque son niños, por qué a su compañero se le recompensaba y a ellos no.
Y lo mismo se puede decir cuando hablamos de adolescentes. El elogio en público del maestro puede ser un reforzador en alumnos de Infantil o de Primaria, pero puede ser mal acogido, e incluso contraproducente en alumnos de Secundaria.
Por otro lado, leyendo ciertos artículos, escuchando ciertas recomendaciones o incluso leyendo artículos de la legislación da la impresión de que se piensa que en un aula los alumnos de todas las edades tienen hambre y sed de sabiduría, que sus ojos se salen de sus órbitas atendiendo las explicaciones del profesor… No hace falta que diga que nada de eso sucede en un aula. Gran parte del tiempo y del esfuerzo se va en procurar que escuchen, que atiendan, que se interesen por lo que se trata de enseñar.
4º. En el aula hay más distractores.
Como describía más arriba, en mi despacho de orientador puedo controlar casi todos los distractores, pero en un aula, es prácticamente imposible conseguir esas condiciones: existen muchos más distractores. Hay más ruido, más estímulos… los alumnos se distraen los unos a los otros, unas veces voluntariamente y otras de manera involuntaria.
En una clase hay muchos más distractores.
Una clase puede dar a una calle muy ruidosa… O incluso puede pasar todo un curso soportando el ruido de unas obras que se estén realizando en esa misma calle.
Esos distractores, no suelen tenerse en cuenta ni en la normativa, ni en muchas investigaciones, ni en los consejos de expertos educativos.
5º. Incidencias cotidianas.
También forman parte de la variable aula muchas incidencias que suceden en el día a día de un aula, estas son solo algunas de ellas, que a los que trabajamos en centros educativos nos resultan familiares, pero que pueden llamar la atención a los que son ajenos a ellos:
- Interrupciones continuas de los propios alumnos.
- Las interrupciones de personas que visitan el aula: otro profesor, el equipo directivo…
- Alumnos que no asisten a clase.
- Los que llegan tarde.
- Los que llegan con sueño o sin desayunar, o las dos cosas.
- Los que vienen con problemas graves de casa.
- Los que olvidan el material.
- Alumnos con las tabletas o el ordenador sin batería.
- Días que no funciona la wifi del centro.
- Cuando el alumno que se pone enfermo.
- Peleas y discusiones entre los propios alumnos.
- El día que vienen los persianeros, o los electricistas, o los carpinteros…
- Los días que falta el profesor.
6º. El tiempo es limitado y a la vez extenso.
Yo recuerdo que cuando estudié la EGB (yo soy de la época de la EGB) mi maestra Visitación, estaba toda la mañana y toda la tarde con nosotros: ella nos impartía todas las asignaturas. Y si tenía que estar toda una mañana explicando la división entre dos cifras, lo hacía sin problema. Hoy en día eso es imposible.
Tenemos un horario desde Educación Infantil a Secundaria muy académico, muy encorsetado: Lengua, Educación Física, Matemáticas… Los tiempos están muy pautados y son limitados. Cuarenta y cinco o cincuenta minutos, a veces es poco tiempo para tratar diferentes tareas en una sesión de clase. Esa limitación de tiempo, forma parte de la variable aula.
Tenemos un horario muy académico y encorsetado.
Pero a la vez, cinco horas de clase, los cinco días de la semana dan para mucho. Sorprender a los alumnos está muy bien; proponerles actividades novedosas también, pero me gustaría que me explicaran cómo se sorprende durante 5 horas diarias, cinco días a la semana, un curso completo, durante los 13 años que van desde Educación Infantil hasta Educación Secundaria Obligatoria.
7º. La presión de los contenidos.
El curriculum de Educación Infantil, Primaria y Secundaria es cada vez más amplio. Desde la LOGSE, cada Real Decreto de Enseñanzas mínimas que se ha ido publicando ha ido sumando páginas. La tendencia no es a simplificar las cosas… sino a complicarlas más.
A todo el temario se añaden las actividades “extra” que van apareciendo a lo largo del curso: jornadas, celebraciones…
El tiempo es el que es y como dice el refrán español: “el que mucho abarca, poco aprieta”.
La tendencia de los curriculums no es a la simplificación, sino a complicarse más.
En (muchas) ocasiones se va a la carrera, deprisa, de manera superficial, sin profundizar, sin asimilar… simplemente porque hay que ver muchas cosas y no hay tiempo. Si solo dispones de una mañana para ver todo el Museo del Prado, solo puedes pasar de largo por delante de los cuadros: no puedes pararte a contemplar y observar nada. Has estado en el Museo del Prado, pero no has visto nada.
La sobrecarga de contenidos y la prisa por dar todo el temario forma parte de la variable aula. Sobre esta cuestión ya escribí una entrada hace tiempo que titulé "La tiranía de los 15 temas". En ese contexto es complicado incluir nuevas pautas, estrategias, actividades, programas…
8º. Temperatura.
Siempre pienso que muchas de las personas que diseñan ideas educativas lo hacen desde lugares que tienen aire acondicionado… y esas mismas personas se olvidan de que en los colegios e institutos… no lo tenemos.
No quiero ser demagogo, pero la temperatura forma parte de la variable aula y es una variable importante. Durante la pandemia en los colegios e institutos se ha estado con las ventanas abiertas a bajas temperaturas.
Y en gran parte de España y Latinoamérica, los últimos meses de la primavera y los meses de verano que hay clase (mayo, junio y septiembre, en el caso de España) en las aulas se alcanzan temperaturas muy elevadas que condicionan lo que sucede en un aula.
9º. La gestión de los reforzamientos.
Recuerdo en una ocasión que me llegó un programa de modificación de conducta para un alumno que proponía una especialista. Naturalmente ese programa ignoraba la variable aula. Solo se podía llevar a cabo si se realizaba en un despacho a solas con el alumno todo el tiempo. Para empezar, requería una sola persona para registrar la conducta y administrar inmediatamente los reforzadores propuestos.
Cuestiones tan básicas como ignorar conductas inadecuadas o reforzar conductas adecuadas de manera inmediata, suele resultar complicado en un aula. Pensemos, por ejemplo, en tratar de ignorar una conducta inadecuada para que no se vea reforzada por la atención. ¿Es posible ignorar toda una mañana a un alumno que está dando golpes continuamente con el lapicero en la mesa como si fuera un tambor? ¿Se puede y se tiene que asumir ese coste? Y aunque el profesor fuera capaz de ignorarlo, no podrá controlar que otros alumnos de la clase sí le presten su atención.
10º. El propio profesor.
El docente forma parte de la variable aula. Soy de los que ilusamente todavía creen que el factor humano del profesor es decisivo en la educación escolar. Así lo dejé escrito en una entrada que titulé "El Factor Humano en Educación".
Se olvida en muchas ocasiones, que los profesores no son máquinas, son también seres humanos y como tales, su rendimiento es variable, se cansan, se enfadan, se desaniman… Los que hacéis cursos conmigo sabéis que últimamente digo son formaciones para humanos imperfectos.
Los profesores no son máquinas, son humanos.
El profesor, la profesora forma parte de la variable aula. Y por tanto, influye su motivación. La motivación de los docentes a lo largo de un curso escolar pasa por valles, llanos… e incluso por pozos profundos. Y lo mismo sucede con su salud física, su salud mental, su energía, estrés…
Recapitulando la variable aula.
Todos los elementos anteriores, y alguno más que seguro has echado de menos, formarían parte, de lo que he querido llamar “La variable aula”.
Recapitulando he señalado:
- En un aula hay más de 20 alumnos.
- La heterogeneidad del alumnado.
- Las conductas propias de la edad.
- En un aula hay más distractores.
- Las incidencias cotidianas de la vida del aula.
- Las limitaciones de tiempo en el aula.
- La presión de los contenidos.
- La temperatura.
- La gestión de los reforzamientos.
- El profesor.
Algunas conclusiones sobre la variable aula
Antes de terminar el artículo quiero ofrecerte estas conclusiones.
Tenerla en cuenta.
La primera y principal es que la variable aula debe ser siempre tenida en cuenta en cualquier proyecto y acción educativa.
Ignorarla es como si alguien planifica una travesía por el desierto e ignora las propias condiciones de ese medio: la falta de agua, las altas temperaturas y otras condiciones adversas.
Cuando te ofrezcan propuestas.
Si eres docente deberías valorar si cualquier recomendación, pauta o estrategia que llega a tus manos o a tus oídos tiene en cuenta la variable aula. Si no es así, debes exponerlo y de alguna manera, exigirlo.
Lo que no tenga en cuenta la variable aula tiene un alto riesgo de ser una maravillosa… ocurrencia pedagógica.
Si ofreces recomendaciones.
Y si tú que me lees eres profesional de la orientación (me lo empiezo a aplicar a mí mismo), eres un profesional externo, e incluso, si eres un alto cargo de la Administración Educativa a la hora de realizar una evaluación psicopedagógica, ofrecer una recomendación, dar un consejo o marcar una pauta, procura que haya pasado el control de calidad de la variable aula. Si no es así, por favor, deja constancia de que no ha sido testeada y sé prudente (y humilde) a la hora de proponer nada.
Si no tiene en cuenta la variable aula, es posible que sea una ocurrencia pedagógica.
Lo mismo podríamos decir de las investigaciones educativas: la variable aula debe ser un elemento muy tenido en cuenta, si no es así, las conclusiones de esa investigación serán muy limitadas en su validez.
Y puestos a pedir, los legisladores también deben de testear sus propuestas y procurar que hayan tenido muy en cuenta la variable aula. De lo contrario, solo me queda recomendarles que lean el capítulo correspondiente al Rey Absoluto del Principito.
Para terminar sobre la variable aula
Este artículo tiene un espíritu constructivo. Creo que desde los centros educativos tenemos que reclamar que la variable aula sea tenida en cuenta: esa es la intención. Por eso, espero que a todos nos ayude en nuestra labor educativa.
jesusjarque
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