Hace unos días, mientras paseaba presencié una escena que puede ser ilustrativa sobre muchas de las cosas que explicamos en este Blog referidas a las pautas educativas. Os cuento la escena y después analizamos el caso.EL CASO
Se trataba de un niño de unos tres años que iba montado en una pequeña moto, de esas que funcionan con batería. Bajaba la calle por la acera junto a su madre. Debido a la pendiente, el niño cogió un poco más de velocidad y se fue alejando unos metros de su madre. Cuando la moto comenzó a alcanzar más velocidad, aunque seguía yendo muy despacio, la madre empezó a gritarte:
-¡Párate! ¡Párate!
El niño empezó a frenar pero todavía tardó unos segundos en hacerse con el control de la moto. La madre más contundente aún le increpó:
–¡Párate, una! ¡Párate, dos!
Y en ese instante el niño detuvo la moto.
La madre se acercó y le dijo en un tono muy contundente e intimidante:
-Bájate ahora mismo de la moto y vas a ir andando hasta que yo te diga. Y continuó: -cuando mamá te diga que te pares, te paras ¿vale? ¡Ya lo sabes! ¡Vamos!
El niño no se llegó a bajar y continuó la marcha montado en la moto por delante de su madre.
ANALISIS DEL CASO
De la escena, al menos yo saco algunas conclusiones:
Parece que la madre utiliza con el niño el método de las tres llamadas de atención y parece que le resulta efectivo, porque el niño obedece y controla la situación a la segunda llamada de atención.
A pesar de cumplir la regla de “las tres llamadas de atención”, el niño se gana una regañina muy contundente, como si no la hubiera respetado. El tono debería haber sido otro. Además, parece que no se detuvo antes, simplemente porque no pudo controlar la situación: bajaba una calle y la velocidad de la moto no le permitía frenar tan rápido como quisiera; recuerdo que el niño no tenía más de tres años.
Después se produce una situación de incoherencia: le dice que se baje de la moto y que irá a su lado andando, pero tampoco cumple la norma. Seguro que la madre se dio cuenta de que el castigo era desproporcionado y no era procedente imponerlo.
Es una escena que a veces veo: padres que, como se suele decir, no saben dónde aprietan y dónde aflojan. Que son muy estrictos o que adoptan medidas cuando no había que adoptarlas con tanta intensidad y que pasan por alto otras situaciones que sí requieren más contundencia.
Y vosotros ¿qué opináis?
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Roberto dijo:
Opino que la teoría está muy bien pero la práctica es muy complicada ya que hay millones de situaciones que aunque quieras, son muy complicadas de manejar por el alto nivel de implicación emocional que muchas actuaciones implican y no olvidemos que los niños siempre son más listos que nosotros.
Lo que es cierto es que de la experiencia se aprende y ellos también 😉
Opino que la madre estaba nerviosa porque el niño se despeñaba por la pendiente y, cuando una está nerviosa, es muy complicado decidir si el castigo se ajusta o no se ajusta. El otro día vi a un padre que perdió a su hijo y cuando lo encontró le dio una torta. Está muy mal, porque además le dio fuerte, pero la torta es fruto de los nervios del padre, no tiene nada que ver con la conducta del niño.
Este ejemplo real se puede trasponer a otras muchas situaciones, y efectivamente el papel de la madre o acompañante del niño es fundamental.
en este caso concreto, creo que la madre se asusta y la consecuencia del susto le impide reflexionar o pensar la coherencia del castigo.
Pienso que siempre que al niño se le diga algo se debe cumplir( el niño se debía haber bajado de la moto) ,aunque se medite la temporalidad del castigo.
Valoro que la situación tiene casi trampa!! La madre permite que un niño vaya en una moto con motor que no parece sepa controlar del todo, por una calle donde hay cuestas… No antepone ninguna norma mas qu cuando siente que el niño pierde el control…. Pero…. Yo no veo que sea adecuado que un niño de tres pueda ir por una clle con una moto asi ¿ No pensó la madre en el peligro? La situación fue producida por la imprudencia de la madre.
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7 comentarios en “El niño de la moto”
Opino que la teoría está muy bien pero la práctica es muy complicada ya que hay millones de situaciones que aunque quieras, son muy complicadas de manejar por el alto nivel de implicación emocional que muchas actuaciones implican y no olvidemos que los niños siempre son más listos que nosotros.
Lo que es cierto es que de la experiencia se aprende y ellos también 😉
Gracias Roberto por tu aportación
Opino que la madre estaba nerviosa porque el niño se despeñaba por la pendiente y, cuando una está nerviosa, es muy complicado decidir si el castigo se ajusta o no se ajusta. El otro día vi a un padre que perdió a su hijo y cuando lo encontró le dio una torta. Está muy mal, porque además le dio fuerte, pero la torta es fruto de los nervios del padre, no tiene nada que ver con la conducta del niño.
Estimado amigo o amiga, cierto lo que dices, esas cosas pasan.
Este ejemplo real se puede trasponer a otras muchas situaciones, y efectivamente el papel de la madre o acompañante del niño es fundamental.
en este caso concreto, creo que la madre se asusta y la consecuencia del susto le impide reflexionar o pensar la coherencia del castigo.
Pienso que siempre que al niño se le diga algo se debe cumplir( el niño se debía haber bajado de la moto) ,aunque se medite la temporalidad del castigo.
Valoro que la situación tiene casi trampa!! La madre permite que un niño vaya en una moto con motor que no parece sepa controlar del todo, por una calle donde hay cuestas… No antepone ninguna norma mas qu cuando siente que el niño pierde el control…. Pero…. Yo no veo que sea adecuado que un niño de tres pueda ir por una clle con una moto asi ¿ No pensó la madre en el peligro? La situación fue producida por la imprudencia de la madre.